El lenguaje que utiliza el autor, parte de un dominio técnico del procedimiento, situando a este por encima de la especulación intelectual o concepto de la obra. Si no se domina la técnica o lenguaje es imposible comunicarse, pero tampoco es menos cierto que sin nada que decir el proceso creativo se encuentra vacío. Existen grandes pintores que sin ese dominio técnico son tan ricos en su mensaje que la obra de arte surge igualmente. Puede que un equilibrio entre técnica y concepto o intuición sea una buena receta para la obra de arte perfecta. Esto es lo que todos buscamos. La intuición debe ir, en parte ya, dentro de nosotros, pero debernos buscar el método para canalizarla y extraerla de nuestro interior y plasmarlo en el lienzo, a través del dominio de la técnica, de manera que esta no suponga un obstáculo para la comunicación.

Matisse respecto a la cuestión del arte como lenguaje, decía “cada obra es un conjunto de signos, inventados durante la ejecución y dictados por las necesidades del contexto. Desligados de la composición para la que fueron creados, estos signos no tienen sentido alguno…”

Esto es en parte lo que intento en mis cuadros, que ellos reclamen de mí que les añada que suprima elementos (ya sean texturales, de color, etc… ), para lograr que los signos definan una obra autónoma y con unidad, en lugar de un “batiburrillo” de elementos inconexos.